jueves, julio 27, 2006

Vuela alto

Cuando la lámpara de porcelana chocó estrepitosamente contra el closet, hubo una breve pausa; no fue su intención dañarla, él la quería mucho, era hermosa y delicada…
Todos los objetos de la habitación acudían a una danza ceremonial reiterada, en un compás disarmónico y ensordecedor. María sentía que volaba, de un extremo a otro iba surcando el breve espacio entre el hastío y el dolor. A golpes ya no podría causarle un daño mayor. Esta vez lo denunciaría, ya no sentía temor, tampoco quedaba vestigio alguno de lo que alguna vez pudo ser amor.


Este es el segundo cuento, está inspirado en una persona que conocí hace muchos años, profesora de Francés. Trabajaba con nosotros en la Comuna de Quinta Normal y siempre fué extraordinariamente discreta con su cruda realidad de violencia intrafamiliar. Hace muchos años que dejé de verla y tengo la convicción de que ya no vive la misma realidad...

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