jueves, septiembre 19, 2013

“La pesada carga de la realidad.

¿Podemos soportar la pesada carga de la realidad?
¿Cómo podemos permanecer abiertos a todas las tragedias humanas y conscientes del vasto océano de sufrimientos humanos sin llegar a sentirnos paralizados o deprimidos?
¿Cómo podemos vivir de una forma sana y creadora cuando se nos recuerda constantemente el hecho, en apariencia sin solución, de la existencia de millones de hombres pobres, enfermos, hambrientos y perseguidos?...
Desconozco la respuesta a todas estas preguntas.

…¿Qué es lo que nos impide abrir nuestros corazones a la realidad del mundo?
¿Será que no podemos aceptar nuestra incapacidad y sólo queremos ver las heridas que podemos curar?
¿Será que no queremos abandonar la ilusión de que somos los dueños del mundo…?
¿Será que nuestra ceguera y sordera son signos de nuestra resistencia a reconocer que no somos los dueños y señores del Universo?
La vida puede enseñarnos que aunque los acontecimientos diarios están fuera de nuestras manos, nunca deben estar fuera de nuestros corazones y que, en vez de sentirse más amargadas, nuestras vidas deben llegar a asimilar la sabiduría de que las respuestas creadoras pueden proceder solamente del corazón.
En la soledad del corazón podemos escuchar realmente las penas del mundo porque ahí somos capaces de reconocerlas no como sufrimientos extraños, con los que no estamos familiarizados, sino como sufrimientos con los que estamos perfectamente identificados.
Sería paralizante proclamar que nosotros, como individuos, somos responsables de todos los sufrimientos humanos, pero es un mensaje de liberación decir que somos llamados a responder al llamamiento de ayuda y alivio que ese sufrimiento nos lanza. Porque desde el fondo de nuestra solidaridad con nuestros semejantes es de donde realmente surgen los primeros intentos de aliviar esos sufrimientos”.

Henri J. M. Nouwen, Tres etapas en la vida espiritual. 1995, pp. 52-56.